
Mires donde mires, en otoño todos parecemos vulnerables, faltos de afecto aunque vivamos en pura sobredosis. Sólo encuentras ciertas miradas perdidas, y otras que te suelen desviar. Cuando llega el invierno ya muchos morimos en silencio intentando sobrevivir, restando importancia al no sólo respirar sino al vivir en sí. La primavera llega floreciendo sentimientos olvidados. Recordando que sin regarlos poco aguantarán. Y muchos nos damos cuenta de que aunque se veía venir no nos hemos preparado. El verano llega como un susurro muy dulce, atrayendo hacía él lo mejor y lo de peor de nosotros. Llega con sus besos de las mil y una noches bajo una luna casi llena. Y luego dicen que las estaciones no nos cambian..
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