miércoles, 14 de octubre de 2009

Crónica de cómo el silencio no nos dejaba dormir.


Había días en los que yo no existía, la mayoría.Él actuaba como si yo fuera transparente, y me ignoraba.Había días en los que a mí misma me gustaba no existir.Había días en los que era incapaz de sentir dolor.Veía como ocurría todo, pero nada significaba para mí; no estaba pasando.Había una misma cara frente al espejo que a veces sonreía y a veces no.A veces tenía un ojo amoratado, a veces tenía marcas en el cuello.Había bofetadas e insultos a mi madre.Había lágrimas y gritos.había patadas, empujones y gruñidos.Había treguas, silencios que duraban semanas, calma vacía y tensa.Había un odio que flotaba permanentemente por la casa, a veces contenido y a veces desatado.Yo atesoraba mi dolor, lo estrujaba hasta comprimirlo en el menor espacio posible y luego lo enterraba cuidadosamente bajo mis pies.

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